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Algunas crónicas de la tarde ayer


"Curro Díaz interpreta el toreo con el férreo poder de un pulso que se ralentiza incansable, que se alarga una y otra vez sin que apenas las puntas de los cuernos hieran la tela roja. Tan solo cuando se demanda el remate de pecho tras los excelsos cambios de mano y pases de trinchera y los rítmicos muletazos a derecha trazados con aparente movilidad, se acaba la complicidad entre toro, torero y público. Con verdadero gusto y no menos empaque toreó Curro Díaz al noble y manejable cuarto. Fue faena diestra de las que llegan, más por el lujo de los magníficos detalles que por el conjunto de lo fundamental. Los geniales adornos superaron con creces las intermitencias de un trasteo mal rubricado con la espada. De igual manera se comportó Díaz con el noble y soso primero. Brilló con la diestra en unas tandas bien hilvanadas y con el gusto en el trazo acostumbrado. Algún suelto natural tuvo cadencia pero no emoción. Un pinchazo antes de meter la espada le privó quizá de mayor premio que el saludo tras la ovación."

Crónica de Manuel Viera, para Sevilla Taurina


"La primera res del encierro, que correspondió a Curro Díaz, se dejó pegar en el caballo sin apenas apretar sobre el peto. Perera se hizo presente en su turno de quites con unas gaoneras de tragantón. El animal se movió escasamente en banderillas y permitió una faena con detalles de buen gusto por parte del linarense, sobre todo con la mano derecha. Los naturales fueron de uno en uno, dada la deslucida condición de su enemigo, aunque el jiennense debió cruzarse más al pitón contrario, cosa que no hizo en ninguna de sus dos actuaciones. Con el capote, Curro quedó inédito y no lo vio claro en ningún momento. Ni siquiera ante el cuarto, de Lozano Hermanos, que derribó con estrépito hiriendo al equino del picador en una pata. Aquí brindó al respetable una obra muleteril breve pero intensa, a su estilo pinturero, donde los trincherazos brotaron de sus lujosas muñecas con profundidad y los pases de pecho le quedaron torerísimos. Un cambio de mano, sencillamente sensacional, y el pasodoble “Suspiros de España” que sonó primorosamente interpretado por la Banda de Tejera para acompañar. Puro arte y aroma en el nuevo Curro de Linares, aunque a su excelente concepto y composición quizá deba añadirle una “mijita” más de largura y embarque en el embroque. Su toreo ganaría para sí una mayor importancia y entidad…"

Crónica de Antonio Ramos Calderón, para www.desdelcallejon.com

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Esta cronica es del diario ABC y no tiene desperdicio.
ZABALA DE LA SERNA
SEVILLA. Los hombres del tiempo se equivocan más de lo que nos equivocamos los críticos taurinos. Pronosticaron lluvia para ayer y sol para anteayer. Pleno invertido, erróneos diagnósticos, opuestos. Como opuestos son los conceptos de Curro Díaz y Miguel Ángel Perera, la finura frente a la contundencia, la delicatessen frente a la solidez, la pinturería frente al dominio. Díaz se entretuvo en pintar un puñado de carteles de toros con el cuarto, el mejor y más óptimo representante de la mansa y seria corrida de Alcurrucén. Usó su largo cuello para descolgar y humillar con viaje y nobleza. El artista jiennense saboreó y disfrutó con una faena sabrosa. Como disfrutamos todos. Torea con gusto, el mentón en la pechera y el aroma en los vuelos. Los fogonazos de trincherillas, trincherazos, ayudados por bajo y cambios de mano se plasmaron en la retina de la memoria. Torería y buen hacer sobre la mano derecha, intermitente la embestida a izquierdas. Al final de la obra, que fue concentrada, medida como una docena de ostras, que siempre parece corta, el núñez de Alcurrucén salía ya con la cara a su aire. Lástima que Curro Díaz no redondease con la espada. Fue a la segunda la media estocada. Tan colmados quedaron los paladares que le obligaron a pasear el anillo maestrante en son de triunfo. Vuelta con mayor fundamento que algunas orejas de San Miguel. Díaz sorteó el lote del sexteto, pues el toro que rompió plaza, aun sin humillar y paradote, tuvo manejable condición. Había que llegarle con la muleta muy cerca, eso sí, cosa que el torero de Linares hizo con acierto y a su altura, compuesta la figura. No duró mucho la cosa porque el fondo del toro no dio más allá. Fue obligado a saludar desde el tercio para abrazar una ovación
Anónimo ha dicho que…
Y yo que dije que no llovería... los brujos somos así Marisa.
Lo de ayer ha sido maestral.
Saludos