Salgo ahora, de vuelta, tras la tarde de ayer en Madrid, por eso, no he podido coger antes un ordenador. Así que ahora aprovecho poder contar algo de lo que pasó ayer. Esta vuelta no es fácil, porque como ayer decía, en una entrada que por un error técnico no se publicó, no era un viaje cualquiera. Ayer no pudimos ver plasmadas en el albero, esos sueños y esperanzas que todos albergamos en el viaje de ida, y que los toros de San Miguel, convirtieron en frustraciones. Ninguno de los dos toros que le tocaron en suerte a Curro Díaz, servía para poder desplegar el toreo que él atesora y que muchos ya habéis tenido la suerte de contemplar esta temporada. Algún pequeño detalle, algún muletazo en el que dejó sus formas y buen sabor, igual que alguna verónica a su primer toro. Instantes, pequeños destellos, casi inapreciables, pero que hacen que veamos que la llama que dejamos ardiendo cuando terminó la temporada pasada, sigue viva, y en cuanto que embistan los toros, volveremos a tener