Hace casi cinco meses, el 7 de mayo, Curro Díaz hizo su último paseíllo en La Maestranza. Aquella tarde cayó herido, y desde entonces, el esfuerzo, el tesón, el sacrificio y la superación han marcado su temporada. Pero al final todo tiene su recompensa, y ayer fue el día en que llegó. Ayer Curro Díaz cortó una oreja en La Maestranza, que bien podían haber sido dos al primer toro de la tarde. Los tendidos se entregaron a su toreo y el éxtasis llegó. Pero comencemos por el principio. Ya en el recibo con el capote, Curro Díaz dejó su impronta, en una media sencillamente descomunal, de esas que se marcan en la retina. Tras brindar al equipo médico que le había atendido hace cinco meses, rápidamente Curro Díaz cogió la muleta para sacarse el toro de las tablas con unos doblones cargados de personalidad y estética. Pero lo mejor, fueron los dos pases de pecho con los que remató la serie, para los que no hay palabras que los describan por su belleza, plasticidad y ejecución. Y ahí, Sevill...