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Temporada 2009 de Curro Díaz, por Miguel Vega


Este es un nuevo artículo de Miguel Vega, que en esta ocasión, publica en la página web de la Peña Taurina "Tercio de Varas". En esta ocasión nos hace un recorrido por las diferentes actuaciones de Curro Díaz, durante la presente temporada.




TEMPORADA 2009 DE CURRO DÍAZ

(ANTE EL COMPROMISO DE LINARES)

En 2009 comenzó la temporada en el nevado febrero de Valdemorillo, para anticipar, en pleno invierno, las verónicas primaverales con que recibió a su primer enemigo. Después, mucho campo hasta Sevilla –inimaginable la belleza de un tentadero a campo abierto en la ganadería de Manolo González, filmado por un aficionado-. El 18 de abril salió Curro a la Maestranza vestido con el mismo traje que tan mala fortuna le reportó el año anterior ante los toros de Juan Pedro Domecq: espuma de mar y oro. En esta ocasión pudo resarcirse, y toreó, como él sabe hacerlo, con el capote y con la muleta al cuarto toro de La Dehesilla. Fue una faena especial, de tintes líricos al son de Suspiros de España –su pasodoble en la plaza de Sevilla-, abruptamente interrumpida por una tremenda voltereta y una fea caída que dieron lugar a la estampa trágica de un torero semidesmayado sobre el albero. Pero era una tarde mágica y Curro se sobrepuso para volver a ligarle muletazos sublimes a un toro que se apagaba. Pinchó en el primer intento, clavó el estoque al segundo y, con una oreja de ley en su mano, dio una clamorosa vuelta al ruedo.

Su paso por Madrid fue gris en una tarde extraña: la corrida de Los Recitales no sirvió –ganado protestado de salida y de contagiosa sosería-, Díaz se llevó el peor lote y, por añadidura, empleó mal los aceros. Personalmente, creo que son necesarios los claroscuros en las actuaciones de un artista excelso como él: lo motivan para siguientes compromisos y logran el efecto de que brillen con más fulgor ese puñado de faenas que acaban conquistándonos y dejándonos un poso de emociones perdurables.

Acudí a verlo a Osuna cinco días después y no esperó mucho tiempo Curro para reconciliarnos de nuevo con su tauromaquia. A su primer toro lo lanceó a la verónica con un desmayo, con una flamenquería, con una despaciosidad mística, con un no sé qué inefable que retumbaba en nuestros estómagos –o, al menos, en los de aquellos que sentimos el toreo con todos los poros de nuestro cuerpo-, que relegó todo lo demás a mera lidia y muerte de animales no muy sobrados de bravura y algunos de ellos con querencia a las tablas.

Repite en Madrid, el 21 de junio, con apenas espectadores en los tendidos, y realiza una labor verdaderamente inspirada ante un astado de Guadaira algo tardo y que se quedaba muy corto por el pitón derecho. Curro se llevó la muleta a la izquierda y al día siguiente apareció en la portada del semanario taurino Aplausos junto al titular: Madrid. Curro Díaz borda el toreo al natural. Por si a alguno de los que no tuvimos la suerte de presenciarlo nos quedaban dudas, el martes 23, Ignacio Ruiz Quintano publicaba un artículo en ABC que comenzaba con esta convencida aseveración: El domingo, en Las Ventas, cuatro gatos y un chino vimos el arte más caro de todo el año taurino: lo hizo un linarense de nombre Curro Díaz, privado de la oreja por un presidente sin afición… Las fotos de un Curro Díaz vestido de grana y oro que ilustraban la crónica deAplausos eran de tal belleza que no había más remedio que creer en las palabras de Ignacio Ruiz Quintano, y eso que las escribía después del gran acontecimiento de la faena de Luis Francisco Esplá en San Isidro, también embutido, por cierto, en un terno grana y oro –caprichos del arte-… La única y gran diferencia estriba en que de la faena del torero de Linares apenas se enteraron un puñado de aficionados que acudieron a la plaza de Las Ventas esa tarde de verano.

Arrancó sendas orejas a sus dos toros en Collado Villalba; regaló una sinfonía cromática en Azpeitia –bruma del Norte, cenicienta arena, figura pálida, diáfana, etérea, la de Curro Díaz en su elegante trasteo vestido de espuma de mar- y enamoró al público de la Monumental de Barcelona con su faena al cuarto, premiada con una oreja por la lentitud de su toreo en redondo, por el sabor del trincherazo, por la lentitud de los remates de pecho…

Tras la cita de Baeza, la plaza de Linares lo espera para verlo hacer el paseo nuevamente con José Tomás, en la que, probablemente, sea la tarde más importante de la temporada para Curro Díaz. Allí, con la plaza atestada de un público proveniente de todos los puntos de España, recibirá, ante el mito, su flamante trofeo Manolete… Instantes de gloria para una corrida que se augura memorable.

Miguel Vega, agosto de 2009.

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