Curro Díaz volvió a salir en hombros de la plaza de Linares. Y está vez fue gracias a dos faenas cargadas de corazón.
Salió el primero de la tarde, de Joaquín Núñez, y Curro Díaz se plantó en el albero para recibirlo cadenciosamente con el capote, entregado y arrebatado. Fue un querer y no poder la faena de muleta. Después de una primera tanda en redondo espectacular, firma de la casa, el toro dijo que hasta ahí había llegado. Curro Díaz tiró de voluntad, lo intentó de todos los modos posibles, aunque no podía haber opciones. Mató de una estocada perfecta, y cortó una oreja.
Pero el culmen de la tarde llegó en el cuarto toro, un buen ejemplar de Joaquín Núñez, al que Curro Díaz toreó a placer. Comenzó con la muleta con un inicio en las tablas cargado de torería, que fue el prólogo para una faena cargada de emoción, toreando en redondo y al natural, pero siempre con el sello personal de Curro Díaz, con plasticidad y belleza, fruto de la creatividad del momento. Una serie final de trincherillas de belleza incalculable fueron el previo a la estocada que le dió las dos orejas.
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Salió el primero de la tarde, de Joaquín Núñez, y Curro Díaz se plantó en el albero para recibirlo cadenciosamente con el capote, entregado y arrebatado. Fue un querer y no poder la faena de muleta. Después de una primera tanda en redondo espectacular, firma de la casa, el toro dijo que hasta ahí había llegado. Curro Díaz tiró de voluntad, lo intentó de todos los modos posibles, aunque no podía haber opciones. Mató de una estocada perfecta, y cortó una oreja.
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