Parece increíble que ningún cronista viera las dos tandas de naturales tan majestuosas como imposibles que Curro dio en Málaga a un manso de libro jugándose la cornada. Fue lo mejor de la tarde, junto al recibo capotero al segundo de la tarde. Sin embargo ensalzan la labor de Salvador Vega que no fue si no una sucesión de mantazos y de populismo barato. Incluso le hizo un quite al primero de Curro, cuando el animal no podía dar ni un paso. Suerte para Linares, maestro.
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