Mañana, a estas horas, cuando vuelva de Jaén y me siente delante del ordenador, ya habrá acabado todo, la temporada 2008 habrá llegado a su fin, al menos en España. Serán las últimas líneas que hablen de lo que ha sucedido durante este año, una temporada en la que habido tardes de magia, de esas que cuando sales de la plaza y piensas en lo que has visto, lo que has sentido y lo que te ha emocionado, crees jamás serán superadas.
Nos quedará todo un invierno por delante, con la última imagen que veamos mañana grabada en nuestra retina. Lo que vivamos, no será comparable a ninguna otra tarde del año, porque ahora, el recuerdo nos acompañará durante todo el invierno, mientras que en el resto de ocasiones siempre había una nueva fecha a la vista, en la que poder sentir el toreo de Curro Díaz. Esas tardes, durante la temporada, no significaba, como lo hace ahora, unos fríos meses de invierno, en los que contaremos los días, para que vuelva a ver emerger el toreo de Curro Díaz.
Nos quedará todo un invierno por delante, con la última imagen que veamos mañana grabada en nuestra retina. Lo que vivamos, no será comparable a ninguna otra tarde del año, porque ahora, el recuerdo nos acompañará durante todo el invierno, mientras que en el resto de ocasiones siempre había una nueva fecha a la vista, en la que poder sentir el toreo de Curro Díaz. Esas tardes, durante la temporada, no significaba, como lo hace ahora, unos fríos meses de invierno, en los que contaremos los días, para que vuelva a ver emerger el toreo de Curro Díaz.
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