Prefiero quedarme con lo que he visto, con lo que he tenido la suerte de presenciar, esas ya sea mucho o poco, pero es, lo que al fin y al cabo, me llevo de esta temporada. Cuando miras atrás recuerdas las ilusiones y esperanzas previas, las emociones del momento y los recuerdos de lo vivido a la vuelta.
Durante el invierno, y más en épocas de exámenes, cuando la mente vuela fácilmente, yo pensaba que mi temporada empezaría en el festival de Huéscar (Granada), pero claro, eso fue antes de que se hiciera pública la fecha. Cuando apareció, me di cuenta de que debía esperar a otra ocasión, pues desde hacía tiempo tenía preparado un viaje a la Feria del Toro, para ese fin de semana.
Foto: Juanma Fernández
A pesar de haber ido a algún festejo, para mí, la temporada de verdad, comenzó el Domingo de Ramos en Jaén. Y recuerdo el quinto toro: “La tarde no iba muy bien en Jaén, y el quinto, llegó como agua de mayo, lo que la plaza estaba esperando. Cuatro tandas bastaron para que Curro Díaz se llevara la oreja de este ejemplar. Cuatro tantas por la derecha, por la izquierda ninguno de sus oponentes sirvió. Tras la segunda, en redondo, con unos muletazos infinitos, la plaza estaba con el torero, la plaza estaba en la faena, pero el toro no, que pronto buscó las tablas. Curro Díaz, exprimió el toro en dos tandas más, aprovechando las pocas embestidas que le quedaban al toro, para dejar unos muletazos de una belleza extraordinaria, de esos que se recuerdan en mucho tiempo. Los pases de pecho que abrocharon las series, sencillamente, indescriptibles. Un pinchazo fue el preludio a una gran estocada y se llevó la oreja de este ejemplar.” Esto fue lo que escribí en ese momento, nada mas terminar el festejo y ahora, que han pasado siete meses vuelvo a recordarlo porque… ¿para qué quitar o poner una coma, si sigo sintiendo lo mismo?
Después de eso llegó el día de ir a Sevilla, a La Maestranza, un día muy esperado, planeado con la máxima ilusión. Era un día, en el que, sobre el papel, no iba a fallar nada. El tiempo acompañaba, después de varios días de lluvia, se anunciaba una ganadería de ciertas garantías, de esas con las que todos los toreros quieren anunciarse, y en el cartel Curro Díaz. ¿Qué mejor forma podría tener yo para ir por primera vez a La Maestranza? Todo parecía perfecto, hasta que los toros comenzaron a salir. Uno tras otro, cada uno de ellos era un mazazo para la esperanza y la ilusión. ¡Qué pena, que todos esos sueños e ilusiones, míos y vuestros, no se hicieran realidad! A pesar de todo, para mi no fue un viaje en balde, sino que dejó sembrada la espinita para volver el próximo año.
Foto: Matito
Después llegó Santisteban del Puerto, el día 10 de mayo, me acerqué a pesar de la lluvia que caía, y con cada kilómetro que iba avanzando, tenía más claro que se suspendería, como así sucedió. Pero había una buena noticia, no era una suspensión definitiva, como después pasaría en Alcázar de San Juan o Pozoblanco, sino que se aplazaba para el sábado siguiente, el día 17.
El fin de semana siguiente abandoné la Plaza de Toros de Granada, y todos los compromisos que tenía. Aún a día de hoy, hay personas que me reprochan no haber asistido a las novilladas de los días 16 y 17 de mayo, pero esos días, yo tuve la suerte de contemplar el buen toreo de Curro Díaz.
Primero fue en La Carolina, donde Curro Díaz nos dio un recital del toreo bueno y profundo. Toreó a la verónica a los dos toros, como esos pasajes que se sueñan y nunca crees que se hagan realidad. Pero lo mejor de la tarde, a parte de las estocadas, fue la Torería, que inundó el ruedo, esos gestos que… ¿Y cómo se explica la Torería de Curro Díaz? Indescriptible. Sólo tras verlo torear se puede entender ese concepto, y esa fue una tarde, en la que pudimos contemplarlo en su máxima expresión.
Al día siguiente otra vez, tocaba repetir, en este caso era en Santisteban del Puerto, y otra vez más, Curro Díaz, lo bordó con el capote, y después, en el segundo, con la franela, logrando esos muletazos con hondura y profundidad, conjugados con la belleza. Consiguiendo ese acople perfecto, que no queda en muletazos vacíos que van y vienen, sino que los recuerdas, y te transmiten la verdad del toreo. Ahora que miro hacia atrás… ya tengo tarea para el próximo fin de semana, volver a ver esa tarde.
Después de eso llegó Madrid. La televisión da una cierta distancia, y nunca es comparable con lo que se siente en la plaza. Las Ventas era una cita importante, la única cita (que alguien me lo explique, porque por más que lo intento entender no lo consigo) que este año tenía Curro Díaz, con esta plaza donde cada tarde que hace el paseíllo, la gente lo espera y desean verlo anunciado. Hubo muletazos con su sello personal, y unos lancees a la verónica, para recordarlos…
Y para terminar esta primera parte de la temporada hablaré de Pozoblanco, otra tarde que me tocó seguirla frente a la televisión. Al igual que hice casi al principio, termino con lo que escribía ese día: “Dos orejas, una en cada toro, es el balance numérico de esta tarde para Curro Díaz, en la plaza de Pozoblanco. Pero la calidad del toreo visto esta tarde es imposible medirlo así, ya que hemos podido ver grandes muletazos, algunos que son auténticas obras de arte, para los cuales, faltan las palabras a la hora de describirlos. Pese a que su primer oponente se rajó pronto, y fue bastante deslucido, Curro Díaz, no se amilanó y en las tablas, le presentó batalla, y sacó muletazos con su característicos sello personal. La estocada, al igual, que a su segundo toro, fue de libro. En la faena al segundo toro, pudimos ver muletazos de hondura y profundidad, ligando, bajando la mano, y una trincherilla.... que como siempre, pasará a la historia... ¿y los naturales que siguieron...? ¿qué decir de ellos? pues poco se puede decir... algunos rozaron la gloria.”
Continuará…
Comentarios
Estoy deseando leer el resto. Mi más sincera enhorabuena Marisa.
Un saludo y gracias por este precioso resumen.